El acceso se plantea mediante un recorrido exterior enmarcado por agua y piedra, que introduce al visitante en un ambiente de silencio.
Una vez dentro, la transición se hace gradual: vestíbulos luminosos, texturas suaves y un control riguroso de la luz preparan el paso hacia las áreas interiores del spa.
Piscinas, circuitos termales y zonas húmedas se articulan en torno a patios acristalados. El reflejo del agua multiplica la luz natural, creando un ambiente envolvente y relajado.
Piezas longitudinales se organizan en torno a ejes de circulación que separan áreas húmedas, secas y de descanso. El resultado es un esquema funcional que asegura confort y privacidad.
El recorrido une vestuarios, áreas de tratamiento y zonas comunes, generando una experiencia continua donde arquitectura y bienestar se complementan.
Situado en las afueras de la ciudad, rodeado de vegetación y con vistas parciales al mar, el spa se convierte en un retiro cercano y accesible para quienes buscan equilibrio y descanso.
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